Su discreta ubicación, en la calle Armas de la capital grancanaria, no da muchas pistas sobre lo fascinante que es su interior. Su nombre, eso sí, puede indicar que nos vamos a adentrar en un mundo de sueños, de sutiles detalles, de aroma francés. Una elegante sala de espera advierte, al ya sorprendido comensal, que no estamos ante un restaurante cualquiera. Se trata, desde luego, de un ambicioso proyecto de restauración, de esos que impulsan a una ciudad, con una cocina clásica ejecutada con talento por el joven chef, Fernando Rodríguez, de una interesante formación en las cocinas, que regresa a casa para tratar de aportar todo ese conocimiento adquirido. Vegueta está de enhorabuena.
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