Este local se autodenomina como una taberna viajera, y lo cierto es que el comensal en Maraca inicia un excitante viaje por mil sabores, gracias al descomunal talento de sus cocineros, Alejandro y Marina. Ambos conforman un binomio de mucho nivel, que desarrollan en cada creación todos los conocimientos adquiridos en algunas de las mejores cocinas del mundo (formados en Hofmann, han trabajado con David Muñoz), así como en los múltiples viajes. Aquí hay que dejarse llevar, pues no es sólo un fantástico lugar para comer, es, sobre todo, una experiencia sensorial donde la variada y muy cuidada selección de vinos, así como la delicada parte dulce, completan un restaurante redondo.